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Reflexiona el autor en este trabajo que, en los últimos treinta años y son las que siguen sus palabras, el desarrollo de increíbles capacidades tecnológicas para manipular información no necesariamente repercutió en una esfera pública global más informada, no resolvió los desequilibrios en la producción mundial de la información.A pesar de que se creyó que no se podría hablar más de la información como un bien escaso, la realidad demostró lo contrario. La apabullante masa informativa que circula a nivel mundial no resolvió el asimétrico sentido de los flujos de noticias y bienes culturales que se denunciaba en el informe MacBride de 1980 en Belgrado. Al mismo tiempo que no sólo se modificó sino que se profundizó la homogeneización que avanzo paralela a (y fue consecuencia de) la concentración económica que hizo que, a nivel mundial, la producción informativa quedara en manos de unos pocos megagrupos multinacionales.A pesar de que se creyó que no se podría hablar más de la información como un bien escaso, la realidad demostró lo contrario. La apabullante masa informativa que circula a nivel mundial no resolvió el asimétrico sentido de los flujos de noticias y bienes culturales que se denunciaba en el informe MacBride de 1980 en Belgrado. Al mismo tiempo que no sólo se modificó sino que se profundizó la homogeneización que avanzo paralela a (y fue consecuencia de) la concentración económica que hizo que, a nivel mundial, la producción informativa quedara en manos de unos pocos megagrupos multinacionales.